Daños incalculables, cifras de muertes
inocentes infinitas, nuestro vinotinto derramado por violencia e intolerancia desmedidas,
un nivel de educación excesivamente pobre, un pueblo volcado a la ignorancia y
cegado por necesidades insatisfechas. Así va Venezuela, así ha ido este pedazo
de tierra, esta pequeña parte del mundo que tanto decimos amar.
Vivir
aquí no es tarea fácil, vivir en Venezuela es “vivir” día tras día… cada día te
espera un nuevo enfrentamiento en el que las reglas son más hostiles que en los
duelos anteriores. Las fichas del alto mando se mueven como almas en pena en
este territorio inhóspito buscando resistir a cualquier cambio que perciban.
Aquí se paga con la vida misma el hecho de respirar un día más. El desgaste
mental y físico son feroces… son inocultables, se notan en cada rincón al que
te dirijas, jamás verás tan cruda expresión de deterioro como las que verás
aquí. El hambre y el vandalismo se tragan los gritos de auxilio de millones, el
ruido que hacen estos es tal que no deja resquicio al tiempo para detenerse a
pensar.
De
este lado del mundo el futuro se ha esfumado incluso antes de haberse planteado
su llegada; de este lado del mundo el presente se vale de recuerdos para no
desvanecerse entre la angustia y la desilusión.
Aquí
las almas en pena pagan los caprichos de quienes juegan a ser todopoderosos de
una manera burlesca, de los que se regocijan en el acto de pagar con sobras a quienes
le deben el auge que terminaron convirtiendo en injuria, los que profieren la
paz y el amor, pero siempre están en guerra y las consecuencias de sus
decisiones traen cada día más desunión. ¿Celebrar? Cada fecha solo parece una
excusa para extrañar y ahogarse en la nostalgia.
El
silencio más que ser paz, es una sentencia de muerte, y las palabras con trasfondo
de sobordo, farsantes y arbitrarias siempre contarán como silencio. Habitamos
desde el lugar en donde enviamos preguntas que jamás reciben respuestas,
estamos náufragos en una realidad adversa, funesta. Pero nadie se estremece, es
como si supieran que por su conducta merecen este infierno, es como si
aceptaran que existe un destino en el que solo les toca deambular, es como si
estuvieran resignados a no avanzar.