lunes, 26 de diciembre de 2016

Venezuela 12/16

 Daños incalculables, cifras de muertes inocentes infinitas, nuestro vinotinto derramado por violencia e intolerancia desmedidas, un nivel de educación excesivamente pobre, un pueblo volcado a la ignorancia y cegado por necesidades insatisfechas. Así va Venezuela, así ha ido este pedazo de tierra, esta pequeña parte del mundo que tanto decimos amar.

 Vivir aquí no es tarea fácil, vivir en Venezuela es “vivir” día tras día… cada día te espera un nuevo enfrentamiento en el que las reglas son más hostiles que en los duelos anteriores. Las fichas del alto mando se mueven como almas en pena en este territorio inhóspito buscando resistir a cualquier cambio que perciban. Aquí se paga con la vida misma el hecho de respirar un día más. El desgaste mental y físico son feroces… son inocultables, se notan en cada rincón al que te dirijas, jamás verás tan cruda expresión de deterioro como las que verás aquí. El hambre y el vandalismo se tragan los gritos de auxilio de millones, el ruido que hacen estos es tal que no deja resquicio al tiempo para detenerse a pensar.

 De este lado del mundo el futuro se ha esfumado incluso antes de haberse planteado su llegada; de este lado del mundo el presente se vale de recuerdos para no desvanecerse entre la angustia y la desilusión.

 Aquí las almas en pena pagan los caprichos de quienes juegan a ser todopoderosos de una manera burlesca, de los que se regocijan en el acto de pagar con sobras a quienes le deben el auge que terminaron convirtiendo en injuria, los que profieren la paz y el amor, pero siempre están en guerra y las consecuencias de sus decisiones traen cada día más desunión. ¿Celebrar? Cada fecha solo parece una excusa para extrañar y ahogarse en la nostalgia.

 Desde aquí el porvenir parte en forma de juventud hacia otras latitudes, sin embargo, su esperanza es golpeada por xenofóbicos que están sumidos en un complejo de superioridad y cierto rencor inexplicable ignorando que las circunstancias a las que nos somete el mundo son para unirnos, no para odiarnos y que muchos de ellos alguna vez se beneficiaron de este pueblo que ahora desprecian. De todas formas, afuera no tenemos prioridad, afuera se olvidan de la supuesta hermandad entre pueblos.

 El silencio más que ser paz, es una sentencia de muerte, y las palabras con trasfondo de sobordo, farsantes y arbitrarias siempre contarán como silencio. Habitamos desde el lugar en donde enviamos preguntas que jamás reciben respuestas, estamos náufragos en una realidad adversa, funesta. Pero nadie se estremece, es como si supieran que por su conducta merecen este infierno, es como si aceptaran que existe un destino en el que solo les toca deambular, es como si estuvieran resignados a no avanzar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario